La joda y la jarana pt.1: Marco


Es muy común oír que la memoria nos vive traicionando: cuando nos ponemos a pensar cómo conocimos a alguien o cuando nos toca "retroceder" nuestros pasos para recordar dónde dejamos algún objeto que perdimos en un descuido. Incluso para recapitular las cagadas que hicimos y/o dijimos en un momento concreto y que cambiaron por completo el juego.

En mi caso, hoy, al escribir esta entrada, quise recordar ese instante en que conocí a dos de mis mejores amigos de la Universidad y cómo terminamos en esa condición amical, porque en verdad, tenemos poco y nada en común. 


Y a ese "nada", nosotros lo solemos llamar la joda y la jarana. 
En esta primera parte les hablaré de la joda, de Marco.

Ya disponible aquí La joda y la jarana pt.2. Espero la disfruten.

A Marco, lo conocí por un amigo en común de otra facultad (en una universidad tan pequeña como la nuestra, esto es algo muy común). Lo recuerdo como el chico extrovertido que sigue siendo: jodón, hablador -un tipo sin pelos en la lengua-, pilas, un poco presumido, y siempre con una sonrisa. Quizá en eso la memoria no juega conmigo: Marco siempre ha sido una persona alegre, dispuesta a hacerte reír, incluso con un chiste inapropiado.

Podría decir que jamás he tenido una conversación lo bastante seria con Marco, y si la tuve, pues él cooperó con sus chistes a cortar el hielo, forma de actuar tan natural en él que hasta hace un tiempo no entendía, pero que hoy agradezco. 

Pero Marco no era, ni es un tirado bacansito, a pesar de constante estado de gracia, de joda, nadie puede decir que cuando se trata de un tema importante, él lo maneja con la seriedad que amerita; simplemente es un tipo que, aunque en su cabeza puede ver el peor de los panoramas -el se reconoce como overthinker-, siempre va buscarle la vuelta a un problema y sacarte de él con una sonrisa.

Y puedo decir esto por experiencia.


Hace ya casi un año, sufrí un accidente de tránsito y terminé sentado en una vereda a punto de romper en lágrimas, y Marco que bien pudo haberse quedado en su casa tranquilo, ignorar el asunto y seguir con su vida sin que yo se lo hubiese recriminado, decidió no solo calmarme, sino a ir a hacerme entender que en el estado en que estaba no iba a solucionar nada. 
Incluso me ayudó en un tema logístico de todo el asunto. 
Ese 17 de septiembre fue uno de los peores día de mi vida, pero uno de los más importantes para nuestra amistad.

Mañana, Marco cumple 21 años y ya no tendrá que falsificar permisos en sus próximos viajes a Norteamérica como siempre supo hacer. En realidad, cumple 21 y en esa legalidad puedo decir que es más niño que nunca y que es esa una cualidad que admiro de él: a pesar de que ahora lo veo siempre vestido de camisa y pantalón de tela, no ha dejado de encontrarle la joda a las situaciones complejas que la vida le presenta y eso es de aplaudir.

Un feliz cumpleaños compañero, sea a tu salud siempre.

Comentarios

Entradas populares