No todo fue «oh là là»
12 del medio día, av. Le Cannet.
Cannes, Francia

Este chiste lleva contándose solo -y lo digo porque a mí no me causa gracia seguirlo- durante ya casi media hora. ¿Es esta la forma en que la vida me dice que no todos los días se disfrutan de bebidas gratis y panorámicas de ensueño? Lo que yo tengo ahora frente a mis ojos no es más que una carretera desierta en donde hasta las gasolineras resultan gustosas paradas.
La que hoy sí ha decidido dejarme a mi propia suerte, fue mi botella de agua. Una semana en la que tuve acceso a una nevera con más de 100 botellas y ahora me viene a faltar. De no creerse.
Para colmo he leído mal el mapa físico y la dirección establecida en el mapa digital no fue en lo menos precisa. Ya me he pasado mi destino y nada a los alrededores parece darme esperanza de que llegaré a tiempo. Cada gota de sudor y cada paso, me traen la idea que lo mejor es darse vuelta y regresar a un lugar seguro. Aunque pierda mi bus con dirección a Marsella, al menos tendré noción de dónde queda y no terminaré en la prensa roja como el chico desparramado en medio de Le Cannet.

Pero...
El wifi fue el punto de giro perfecto a esta 'peli' de horror. Un anticlimático ideal para mí, que me permitió ajustar mi Google Maps y salvarme, en un último suspiro, del destierro definitivo de mi autobus.
Diez minutos más de sufrida caminata bajo el clima veraniego de la costa francesa, y ya estaba sentado en el lugar que me correspondía. Dos horas y cuarto después, en una estación de Marsella. Jamás había sufrido tanto un viaje, nunca me habían molestado los recorridos en transporte público, pero mi deshidratación a estas alturas era ya bastante preocupante.
Lo cual me hace pensar seriamente con qué fuerzas conseguí correr de regreso al bus cuando me di cuenta que había dejado mi equipaje a la deriva. Voy a hacer una pequeña interrupción para agradecer la honestidad e integridad europeas. Mi maleta estaba ya fuera del bus, como esperando que llegase, expectante de nuestro reencuentro y nadie, absolutamente nadie, se acercó a "curiosearla".
No era de ellos. Punto. Tenían la película bien clara.
Prefirieron mantener sus roles secundarios y dejar a otro el papel antagónico.
El desenlace no fue más que comida y mucho líquido. Seguido de la llegada al hotel y unas cuantas horas del peor sueño de mi vida.
Horas más tarde en la escena post crédito me verían llorando desconsolado en el puerto de Marsella, agradeciendo a Dios y a la vida. Entendiendo que todo lo que había vivido la semana previa era de verdad y que la trama del día de hoy no era más que la forma más precisa de comprobármelo.
Y aunque no todo fue oh là là, les puedo asegurar que sí salió a la perfección.
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