La fábrica de alas - Parte 1


- Estamos por quebrar, Lucas. - dijo sosteniendo la respiración.
Fue evidente que suspirara al terminar su frase. Y su suspiro denotaba un llamado de auxilio.
Me lo pidió a continuación
- Lucas, necesitamos un nuevo producto. - sentenció bajando la cabeza. - Yo sé que esta empresa se ha dedicado a explotarte, a dejarte sin tiempo para lo que sea que te guste...

Antes de que terminara su frase de lástima malintencionada, detuve el tiempo y me puse a pensar lo acertada que había llegado a ser "mi jefe" pro primera vez en toda su existencia. Era obvio que nadie conocía mis aspiraciones. No tenía ni siquiera el tiempo de contarle a la gente si era un wolf-person o si prefería a los leones. Lo segundo, sin duda alguna. Esos lobos querían juguetear sin parar. ¿Dónde quedó su sentido de la independencia?

Lo dejé continuar:
- Pero nadie tiene tu talento y como somos la empresa más grande del mundo alado, literalmente cada habitante depende de nosotros para pasar el siguiente diagnóstico REAL del concejo. No queremos ser juzgados las criaturas más inútiles. Podrían eliminarnos. - dijo apretando los dientes, pero no con rabia sino con una incertidumbre patética.

Se me cayó una pluma; es lo que pasa siempre que escucho algo ridículo. No nos quieren eliminar. No entendía por qué cada ángel de esta oficina se había hecho a la idea de que el concejo era resultadista, superfluo y hasta demoníaco. La ironía. Pero no podía juzgar a "mi jefe", que se llama Esteban por cierto. Ya no me causa gracia acomillar su falta de liderazgo.

- No hay ninguna posibilidad de escenario apocalíptico. Además, ya le he dado mis mejores años a esta empresa. No creo que pueda diseñar algo mejor que un ala con conexión inalámbrica e ilimitada a Apple Music. Las limitaciones que me ponen entre estas 4 paredes, no me dejan volar.
- Somos una empresa de 77 millones de pisos, Lucas, tenemos más de 4 paredes. - respondió con una convicción tremenda. Su rostro se mantenía con un expresión de terror indescriptible.

Obviamente no iba a maldecir su falta de tino para el lenguaje figurado. Si no le había quedado claro con lo de volar, no había nada que yo pudiera hacer ahí tampoco.
Era un caso más preocupante que el de la fábrica de alas.

Me había olvidado de los 77 millones de pisos. Aunque muy en el fondo ese número, era lo único que me provocaba pesadillas. Todos teníamos que venir a caer (después de haber volado hasta la Avenida Celeste #007 y circunvalar en U) en la misma fábrica. Con cada despertar llegaba más personal a hacer más de lo mismo: ¡burocracia! Y al ser más, la única solución era construir un piso más en la cumbre. Yo llegué cuando eran 44 millones.


Ahora que lo pienso, quizá el concejo no tenga jamás la intención de eliminarnos -no es su forma de proceder; predican el cambio por las buenas formas y no el castigo- pero de seguro sí se habrán pensado que no estábamos cumpliendo con la misión para la que fuimos creados. De seguro, no era el único con anhelos de infinito. Me acuerdo de un tal Gabriel, es el mensajero de la empresa, pero su capacidad poética y su voz son prodigiosas. Seguro le esperarían grandes cosas si no nos dedicáramos a mejor el sistema airbag de nuestras alas.


Me gustaría saber para qué nos crearon. Me he dado cuenta que sí, en verdad somos buenos diseñando cosas. Pero en el fondo no somos creadores.
Seríamos los mejores asesores: tenemos carisma. sabemos ironizar y hasta por ahí nos insertaron un chip de oradores prodigios. A unos -como Gabriel- más que a otros.
¿Y todos los ángeles cuentan con estas cualidades? Sí, incluso Esteban; su único problema es que está más enfocado la búsqueda excesiva de errores, que en esa productividad responsable que lleva a encontrar soluciones. Suele ser brillante y profundo, sin ser consciente siquiera de ello. 

Lo que me dijo a continuación, sería prueba de ello.
- ¿Entonces que se te ha ocurrido mientras has estado ahí todo meditabundo? ¿Una forma de mejorar el rendimiento del combustible de nuestras alas? No tenemos gasolina suficiente para mantenernos tanto tiempo en aire y construir el piso 77, 000, 001 secciones A y B. Es demasiado alto.

"Alto" retumbó en mis tímpanos alados.
Y me nación una pluma.
Está de más decir por qué.

- Pero el ascensor está habilitado hace ya un tiempo, ¿verdad? - dije con una certeza que sabía que lo asustaría. No tenía idea a dónde quería llegar con eso.
- Sí -dijo con una sonrisa nerviosa- Lucas, veo cuál es tu idea, pero no podemos llevar todos los materiales de construcción. El espacio es reducido, además de que el tiempo que tardaría en bajar, pues... tú sabes... - me encantaba hacerlo pensar que tuve una pésima idea; de alguna forma lo hacía recuperar un poco de confianza. - bueno, tú sabes que son muchos pisos.
- Sí, - dije con falsa depresión- tienes razón, Esteban. Pero, ¿sabes qué? Me gustaría ver la estructura, a lo mejor, para un proyecto a futuro... Pero para después de crear un nuevo gadget para las alas. Solo que quiero evitar molestarte luego preguntando dónde está. Tú sabes lo buena que es mi memoria.

Me iba a revelar un secreto que tenían solo los administradores de cada piso. Había mordido el polvo alado.
- Claro, está en la intersección de la zona Kayros, la clave es 44-6B - dijo despreocupado. Luego cambió su tono - Realmente gracias por tu compromiso con esta causa, la empresa recordará siempre tu esfuerzo, Lucas.

Sonreí y le extendía la mano.

- Me pondré a trabajar. Te llegarán noticias mías en breve -ironicé y me levanté para salir.


Repito, Esteban es un buen tipo, diría que hasta somos amigos, por eso es que me divierto con él. 
- No te preocupes más de lo necesario - y ya estaba cerrando la puerta al terminar aquella frase.

En 30 segundos ya estaba en la zona Karios. Jugué un poco con el tiempo para pasar desapercibido. De cualquier forma, pocos son los ángeles que no morían de angustia en ese momento y podían notar algo extraño. Activé la clave y pulsé el botón 77kk -debía admitir que esos ángeles idearon brillantemente esa abreviatura. Un "k" representa tres ceros. Genialidad pura.

Llegué al piso y estaba desierto, creo que es lo que hacen cuando están por construir uno subsiguiente. En todo caso, era la oportunidad perfecta. Abrí la ventana y en ese momento se activaron todas las alarmas. Nunca había experimentado un caos similar. Me resultaba cómico.
Pero para poder reírme con gusto de la situación, necesitaba acelerar el vuelo.

Lo bueno ser uno de los diseñadores estrellas de funciones para alas es que conozco trucos de autor de los que nadie tiene pista. Fue fácil evadir controles y generar un campo magnético que me uniera a un transporte de carga que se dirigía a la residencia del consejo. Luego, pasé desapercibido al utiliza la función camuflaje para perderme entre una nube con forma de dinosaurio. Qué pena que algunos de ellos no puedan abrazarse.

En fin, cuando recibí la notificación de llamada de Esteban y todo el edificio había identificado que era yo el vándalo del asunto, ya estaba tocando la puerta del complejo REAL del consejo.
- Esteban, creo que la señal aquí no es muy buena. Te escucho distorsionado. Lo siento. -y colgué sin siquiera escuchar sus lamentos desesperados. Lo conozco, se iba a recomponer.

Además, mi plan no podía fallar. Menos dudas tuve cuando la puerta se abrió de par en par y los vi:
- Oh, Dios mío - grité emocionado (literalmente)

Comentarios

Entradas populares