Tres: centro dermatológico 'no te importa'


Nunca he ido a un spa, lo cual considero interesante debido a los altos niveles de estrés que he enfrentado en el aspecto estudiantil, académico y personal. Nunca lo he priorizado y quizá lo termine haciendo única y exclusivamente las semanas previas a mi matrimonio. Si es que finalmente me animo. Vaya que yo soy capaz de llegar con unas ojeras al altar. Solamente espero que no sean tan grandes que me vayan a dar un "no" por respuesta.

Otra vez divagando; sí que necesito cuanto antes relajar un poco cuerpo y mente
Concentración, Jorge. Concentración.

Pero con las sesiones de spa para la cabeza hay que tener mucho cuidado. Lo digo por experiencia.

Este año tuve la necesidad de buscar lagunas mentales de liberación.
Después de algunas visitas, entre testeo y testeo, terminé en el centro dermatológico 'no te importa': un oasis cerebral, único en su tipo y que suele ser parte de la rutina constante de muchas personas de la sociedad actual.

¿Cuál es el slogan de este espacio de fascinación excesiva?
Relájate, no hagas mucho esfuerzo. En verdad, no depende de ti. Déjalo ir.

¿Que es un slogan muy largo y evidentemente malo?
Pues no es lo único podrido en este centro de relajación.

Pasividad
Pereza
Falta de motivación
Dependencia emocional externa
Todas ellas forman parte del conjunto de consecuencias que te dejan los servicios del spa.

¿Tóxico? Cierto e irónico.
Pero da más terror cuando nos damos cuenta que es una realidad del ciudadano común.

Lo más interesante del tema es que se esconde desde hace mucho tiempo detrás de una postura filosófica sumamente interesante (bueno, casi toda la filosofía tiene su encanto)
Lo siento nerdy comment.

En todo caso, esa postura de pensamiento se conoce como determinismo y concluye que:
"Todo fenómeno está prefijado de una manera necesaria por las circunstancias o condiciones en que se produce, y, por consiguiente, ninguno de los actos de nuestra voluntad es libre, sino necesariamente preestablecido".

Suena a la excusa perfecta para perder. 
Pero también lo es para perderse.

Y yo estuve jugueteando es sus camas terapéuticas por unos cuantos meses.
No me importaba dejar acumulados mis avances y correcciones de mi documento de tesis.
No me importaba dejar botado el blog, espacio al que hace nada llamaba mi hogar y lugar seguro.
No me importaba postergar un montón de detalles previos a mi viaje a California

De hecho, sobre eso último, terminé dejando que el grupo con el que iba, tomara todas las decisiones logísticas y de acomodación (lo cual mes y medio después me llevo a dormir en la litera de un hostal con 3 desconocidos. Pero eso es tela para cortar después).

En fin, no me importaba poco y nada. No me importaba yo.
Lo más peligroso es que en este centro dermatológico te hacen sentir tan cómodo, que dentro de ese letargo, no te das cuenta de lo bajo que puedes caer. Te duerme, te atrapa como Morfeo, te acaricia el rostro con sus aguas relajantes y te hace creer que te están limpiando del estrés de tus obligaciones.

Lo que te limpia (y deja vacío) son los sueños; tus metas y grandes anhelos.

¿En qué momento terminó mi cita?, ¿cómo me desperté de esos masajes filosóficos de perdición?
Con una puteada. Y no me quiero disculpar por la palabra en esta ocasión, porque eso fue.

Una semana no solo postergué los avances de mi documento de grado. Simplemente no los hice. Porque supuestamente me sentía mal conmigo mismo y había sufrido una pérdida personal. Lo más grave es que no solicité prorroga, ni mucho menos informé siquiera algo al respecto a mi tutor.

La tarde del último viernes antes de mi cumpleaños, mi tutor esperó precisamente a la última pincelada de tiempo que tenía en nuestra reunión semanal para decirme que era un vago, que desperdicié el tiempo de forma absurda y yo no tenía nada para defenderme. Los argumentos no llegaban a mi lengua, porque no lo estaban tampoco en mi cabeza.

Y los pocos que podían estar, se desarmaron cuando dijo esas 3 palabras que hoy agradezco un mundo: no te importa. Luego le añadió un cuestionamiento bastante fuerte, pero me quedo con su afirmación contundente. 

No te importa, no te importa, no te importa, no te importa. No te impor... y así como disco rayado durante toda esa noche.

Y la reflexión no fue más que darme cuenta de todas las cosas que les he relatado en esta entrada.
Había pagado un precio muy alto, pero aún estaba a tiempo de cancelar mi cita y huir de ese centro dermatológico. 

No quería ser una determinista más: yo creo en la libre voluntad y en el deseo de tomar decisiones para ser mejor cada día.

Soy lo suficientemente bueno para perder, para perderme.
Siempre lo fui.
No me importaba, es cierto, pero ahora sí.

Comentarios

Entradas populares