El primer millón de besos


No me enteré de la relación de Miley Cyrus con Liam Hemsworth hasta que en una de las escenas de Los Juegos del Hambre, a pesar de que la lógica era estar encantado con Peeta y Katniss como pareja, alguien del público parecía shippear a la protagonista con Gale.
Ese ser tan extraño hizo crecer más mi curiosidad sobre el personaje (y actor que lo interpretaba) y al preguntarme a mi hermana emocionada, por el gran fanatismo que guardaba a Cyrus en ese entonces, me dijo que era la pareja de la chica que hizo vivió durante 4 temporadas y una película "lo mejor de los 2 mundos".

Desde aquel día acá habrán pasado quizá unos 10 años.
No estoy seguro, ni tampoco quiero estarlo.
Créanme, ya me siento lo suficientemente viejo.

De hecho, únicamente menciono la fecha porque quiero que tengas noción del tiempo que pasó desde que Miley y Liam eran una pareja establecida hasta el día de ayer que (¡por fin!) se llevó a cabo su tan ansiada boda. 10 años es un gran número, sobre todo en nuestra sociedad actual.
Vivimos en una época donde el compromiso es débil y las dudas apremiantes. Para los millenials todo es instantáneo (de ahí, el gusto por las polaroids). Bauman, un teórico social, intervendría aquí con su famoso concepto de amor líquido: un pseudo amor ligero, que no busca solidificarse. Luego de haberse usado a diestra a siniestra, sin escatimar en el asunto, se desecha. El amor y (más triste aún) las personas son tratadas como objetos. Diría otro no tan filósofo Woody, no Allen sino el de Toy Story: "eres un juguete". Y tú, al igual que Buzz Lightyear reaccionaríamos ofendidos y sobre todo incrédulos. Pero, ¿cuántas veces no hemos vivido dentro de esa lógica?

Es una peculiaridad y una maravilla entonces romper con ese modus operandi del amor. Es una peculiaridad y una maravilla también como Liam Hemsworth lo ha venido haciendo. Seguro no es perfecto -quién lo es- pero es fascinante cómo su amor y confianza por Miley no se derrumbaron a pesar de los distintos momentos de dificultad que atravesaron. Momentos de cambio, de evolución y retroceso. Más de una lágrima derramada y quién dice que quizá no, unos cuántos gritos y rabietas que trastocaron el alma.

Pero el amor verdadero, no el de la sociedad líquida de Bauman, lo puede todo.
El amor verdadero, el de Miley y Liam lo ha podido todo.
Y aunque nunca he sido promotor de los goals, porque cada quien arma su camino con interiorización propia, a partir de virtudes y defectos, creo que estos 2 chicos que luego de 10 años de lucha han ganado su primera gran guerra, sí son un ejemplo para tener en cuenta.

¿Qué pasa si luego fracasan? ¿Se desmoronan mis últimas esperanzas de amar? No, querido lector. Te repito que cada historia de amor es propia, peculiar y única. Justamente, otro problema de amar líquidamente es que deja cicatrices y nos impide "arriesgar". Nos aferramos a la idea de que en cualquier momento se puede acabar ese sentimiento tan hermoso que nos supera, y nos reservamos para no lastimarnos. Pensamos en pasado, limitamos nuestros sueños por el futuro y no estamos amando en tiempo presente. El único tiempo para hacerlo de verdad.

Así, que por favor, déjate encontrar. Sé tú mismo y deja que otra luz encuentre la tuya. Y que lo único líquido entre tú y tu pareja sean los atardeceres frente al mar o una visita al muelle en la que el río refleje el brillo estelar de
su amor lleno de constelaciones.

Me despido felicitando a Miley y Liam. Quizá nunca lo lean (más aún por estar en español) pero me alegro genuinamente por ustedes. Que este sea el primero de otro millón de besos más.

Comentarios

Entradas populares