Radio María


"Muy buenos días, queridos radioescuchas. Gracias por sintonizarnos." escuché decir al locutor en su esfuerzo constante por llamar la atención con voz ronca y casi cantada.
Había llegado por fin el programa de las 4 de la tarde y ya no podía contener más mi emoción.

¿Cuál era el nombre del programa? Ni idea.
¿Qué dial estaba sintonizando? Tampoco sabía, pero por cosas de la vida, le puse "Radio María".

Sí, ya sabía yo que existía otra emisora con ese nombre, pero no pretendía ser creativo en todos los aspectos de mi vida. A veces, como en ese momento, me bastaba ser funcional.

Arrancó el programa, o como la compañera del primer locutor dijo, comenzó el "show". Era a ella a quien quería escuchar, así que Dios me perdone por haber ignorado el 90% de lo que dijo el sujeto de voz profunda y jocosa. La estrella de ese show era mi amiga. María.

Pasó media hora hablando de innovación en la comida, de los platos con historia, de la cultura del buen sabor (y del saber entender qué sabe bien). Esta semana (la primera) lo había dedicado a la cocina europea. Yo estaba por viajar a Croacia, así que mis razones para deleitarme con su deliciosa voz (no encamen, lo digo por estar acorde a la temática culinaria) aumentaban aún más.

Había llegado el momento de las preguntas y quería sorprenderla.
Ella ni pista tenía que estaba escuchándola. Yo me dedicaba, dese hace algunos meses a viajar constantemente, a buscar librerías y escribir en bulevares. Y en mi tiempo libre daba alguna asesoría creativa a los ciertos clientes. Entonces, era imposible saber si iba a poder estar libre al momento del programa.

Era su primera vez y deseaba con todo cariño escucharla en vivo.
Fue tanto así que aquel día, a pesar de haberme jalado un viaje de 10 horas, ni bien bajé del avión, saqué mi celular, busqué la radio online y me puse a escuchar.
Faltaban 15 para las cuatro así que era imposible pensar en llegar a tiempo a mi departamento.
Aparte, tenía que aprovechar ese plan de megas ilimitados. Gracias GigaRed de Claro.

En fin, un tipo con blazer colgado de su cintura, una camisa celeste manga corta y una boina, sentado en el aeropuerto como si estuviera esperando a alguien, cuando era quien acababa de llegar a casa.

¿En qué estaba? Cierto, las preguntas.
Salí de la página de la emisora, después de haber identificado su número. Marqué. Tres bips. Contestaron.

- Hola, buenas tardes, ¿con María?
- Hola, esto es radio... 
- Sí, ya sé - lo interrumpí en el que debió ser el momento más divertido de la historia del programa.
- ¿Cuál es su nombre estimado? y ¿cuál es su pregunta?
Había engrosado mi voz, como imitando al locutor, para pasar desapercibido de mi amiga. Era momento de revelar que era Batman. Bueno no, pero sí, pero no.

- Soy Batman - dije con mi voz natural e hice una pausa dramática - No, no es cierto, soy George.
María, hola. Me gustaría saber tu opinión sobre las Michelin Star y su sistema de puntuación. Ah y, por cierto, felicitaciones, estoy feliz de que lo hayas logrado. Te lo mereces.

La línea se congeló por 15 segundos, pareció más porque era un porgrama en vivo y bueno, el vacío era en definitiva más notorio.
María tomó la palabra y sabía que estaba sonriendo. Luego, como ella a veces solía decir, se embaló. El resto del programa me explicó del sistema y me recomendó los que a su parecer eran los mejores restaurantes basados en la puntuación de 3 estrellas. No hubo tiempo para más preguntas.
Aprovecho ahora para pedir también perdón al resto de radioescuchas. Como les dije esta historia no se trataba de ustedes. Ya podrían seguir preguntándole a María lo que quisieran, este solo era un comienzo.

Su comienzo.

Después la llamaría, coordinaríamos una salida y tomaríamos un café.
Hasta me "putearía" por haberla matado del susto con mi llamada sorpresa.
Guilty, le dije y me reí a carcajadas.

Hasta hoy escucho Radio María, a pesar de no sintonizar ninguna emisora.

Porque ser su amigo, es (y sería siempre) la mejor forma
de disfrutar de la FM de sus ideas locas y su amor por la comida.

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