Escribir en diez, para el diez y por el diez


Mi tocayo -sí me estoy tomando el atrevimiento de llamarlo así- Jorge Drexler nos enseñó, el pasado mes de noviembre, a mí (y a un montón de desconocidos aglutinados en una sala de TedTalks) un método elegante y algo ancestral para escribir en consonante musical.

Sí, una fórmula con la que las palabras salen armoniosas, línea tras línea, y llenan el derredor de magia a cada verso.

Él y todos sus renombrados maestros (que yo no nombraré más) las llaman DÉCIMAS.
Un conjunto de diez versos que mantienen rima consonante entre sí: El 1ero con el 4to y el 5to; el 2do con el 3ro; el 6to con el 7mo y el 10mo; y el 8vo conjugándose con el 9no.

Parece un proceso agradable, entretenido y llevadero, pero atreverse a comenzar y no tener miedo a sonar vacío y superficial son siempre obstáculos en el proceso creativo. Más aún si se acostumbra a escribir en prosa.

Es así como solo 5 meses después y empujado por señales divinas -y publicaciones patrocinadas- decidí adentrarme en esos versos y recorrer mis sentimientos de otra manera.

¿El resultado? Acá:

El amor es un desafío.
Cada mañana un nuevo dolor,
Porque un abrazo aunque dé calor,
No es más que un cuadro sombrío
Sin esperanza alguna de huir del vacío.
Ahora toca buscar una nueva razón
Y disculparse de corazón.
No sin antes visitarte esta noche.
Prometo dejarte hasta el último broche,
Por un beso y nuestra canción.

No puedo dejar de agradecer a 2 personas: una, a la que prefiero hoy tampoco nombrar y a mi amigo Luis por la inspiración y el aguante.

Siempre viene bien saber que hay alguien que aunque no visible a toda hora, te acompaña con música en la oscuridad.




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