Can't wait to go home


Creo que una de las etapas más emocionantes a la hora de escribir es el famoso "registro civil" de nuestras obras. Pues sí, nuestros textos son como bebés y necesitamos indentificarlos de manera inmediata, darles un sentido propio a través de un nombre. 

Y si bien es un proceso que se hace con cariño, puede llegar a ser estresante. Después de todo, se trata del nombre con el cual se referirán a tu arte. Sí, es cierto que este "bautismo" no nos obliga a mantener el nombre si así lo quisiéramos, pero la primera impresión solo la tuvo, la tiene y la tendrá ese primera palabra, oración o frase que da un rostro a nuestro texto.

Pero hay excepciones, instancias en las que el proceso cambia radicalmente y los títulos son lo que terminan adquiriendo su propia historia, son la raíz de su propio sentido. Y yo lo vengo experimentando desde hace ya un tiempo. Quizá porque me toma tiempo digerir mis ideas y para no perder un chipazo narrativo, escribo un título relacionado a la historia que pretendo contar y dejo la entrada congelada entre mis borradores. Luego, veo ese nombre naufragando sin sentido alguno, traigo a colación la idea inicial, pero al enfrentar la página en blanco, es inevitable (en mi caso) comienzo un proceso nuevo de descubrimiento textual y, como diría Drexler, todo se transforma.

Can´t wait to go home fue el título que pensé para un cuento infantil, basado en mi experiencia de haber encontrado mi juguete favorito luego de 15 años, y se terminó transformando en lo que estoy a punto de relatarles. 
Va con spoiler: es el homesickness que enfrentó y sigue enfrentando la persona más importante de mi vida. No diré más, ni daré nombres. 
Así que si "te entro la curiosidad", te invito a que lo averigües en los próximos 3 a 5 minutos de lectura.  Créeme, no será tiempo mal invertido y yo lo voy apreciar bastante.

Y por si eres tú esa persona importante y estás leyendo esto,
por favor, perdóname por siempre esconderme detrás de un teclado
para decirte cuánto te quiero.

(posdata: prometo pulir el cuento del juguete y publicarlo... ¡Yeih!)

Comencemos imaginando la ciudad con los edificios más altos del mundo, esos que besan el cielo y lo llenan de color en las noches con su luminaria. Una gran imagen, ¿no?. Ahora agreguémosle un mujer que apenas y maneja el idioma que maneja el ritmo de aquella ciudad. La historia se vuelve más interesante, tal vez incluso caótica. Ahora usemos nuestra imaginación para llevar a esa mujer a un edificio dentro de esa ciudad. No parece la gran cosa, porque después de todo, como suelen decir "preguntando se llega a Roma".

Magnífico
Seguramente, creen que ahora ella debe estar en la cúspide del edificio más imponente de Manhattan.
Pues no, precisamente.

El lugar al cual ustedes decidieron trasladarla es el hospital Home Mass. Sí, queda en Nueva York y efectivamente es un gran edificio, pero no es muy alto que digamos y ella ahora se encuentra en el piso 2, en el área de infectología. Y bueno, ahí no es tan sencillo desenvolverse y preguntar cosas.

Está un poco más complicado llegar a Roma... o salir de ella.

Ahora, continuemos con un flashforward: han pasado 6 días y esta mujer no ha conciliado el sueño, ha tenido que reposar en una silla y compartir cuarto con unos extraños, esperar que todo saliera bien en la operación de su hija (sí, plot twist, ella es madre) y aguantar de tanto en cuanto un ataque de pánico por parte de su pequeña. Todo por amor.

Prosigamos, en ese sexto día su hija está extraordinariamente, llevaba mucho sin sentirse tan bien de salud, y nuestra protagonista se encuentra aliviada, con la esperanza de que le den de alta y pueda conseguir un lecho más cómodo para recuperar las horas de sueño perdido.

¿Creyeron que así pasó? Entonces, nuevamente se equivocan. La agente de servicios sociales le informa que sí no hay un consenso entre los 4 médicos de planta encargados, ella debe permanecer internada. Las expectativas se convierten en desilusión y la desilusión en un espanto terrible.

Sin embargo, les pido que todavía no le inventen finales tristes a esta historia: 24 horas después, el permiso estaba firmado por los cuatro encargados y todo fue gozo y risas.
Bueno, no tanto, después de todo tendría que seguir cuidando a su hija y guardar reposo junto a ella, pero esta salida certificaba la salud de su pequeña, le daba la confianza necesaria para entender que ese sacrificio brutal lleno de insomnios y desesperación tuvo un sentido.

Luego, es verdad que aún no regresa a su hogar y no cuenta con el apoyo vivencial de sus más allegados.

Y eso duele y mucho.

Pero si pudo soportar la peor semana de su vida, ¿no creen ustedes que esta gran mujer podrá aguantar solo un poquito más?, manteniendo la esperanza de que todo saldrá bien, y sabiendo que hay alguien que la aguarda al otro lado del teclado, alguien que la ama más allá de esta historia y que quiere darle un abrazo que supera cualquier tipo de imaginación.

Yo no tengo la menor duda.
Y creo que ustedes tampoco.



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