Impulsos de libertad




Quizá el acto humano que más admiro es ver saltar a una persona, pero a paso corto. Me refiero a esos brinquitos con los cuales se pretende expresar que se vive un buen momento; que el viento ha estado a nuestro favor. Que, en palabras concretas, sentimos felicidad. De la más pura. 


Esos saltos me hacen rememorar los días gloriosos de la niñez: las salidas al parque, las caídas de alturas que ahora me parecen mínimas, de juego tontos y de horas en las que el tiempo era nuestro más fiel aliado. 


Para mí, era como un circuito, de esos en los que perros compiten, pero sin siquiera prestar atención a la multitud. De eso trata, en verdad: de evadir cualquier distracción que, disfrazada de engaño, nos quiera impedir montarnos a nuestro juego favorito, embarrarnos en el lodo, darnos de trompazos con el niño que nos robo la pala. 

En definitiva, ser, de una vez y para siempre, eso que siempre quisimos: niños que dan grandes pasos hacia su libertad. 

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