Knock OUT


Entre los 10 y los 14 años, mi papá tenía la religiosa costumbre de decirme "vámonos de puñetiza", así de la nada, y tras esas palabras comenzaba a tirar golpes de un lado a otro, y a mí no me tocaba más que defenderme. Era un juego de grandes aplicado a un formato de niños; lógicamente los golpes no buscaban lastimar, tan solo advertir y maximizar la atención de este chico raro que comenzaba su adolescencia. Ya ha pasado mucho desde que mi papá colgó sus guantes, paró de tirarme ganchos de imprevisto y dejó esa tarea a alguien más, a quien por nombre propio llamamos vida. 

Papá había usado la técnica más simple para incorporar en mí un sistema de protección, un mecanismo para impedir que cayera, para que no hubiera forma de que nadie me ganara por knock out.

Sin embargo, en mis años teen, era más fácil estar a la defensiva, hacerse la víctima y vivir en la burbuja en la que los sueños eran lindos, pero no reales. 

Hoy después de muchos achaques, golpes y caídas que me hicieron considerar no volver a subir al ring, me siento en la obligación de pedir perdón por no haber aprovechado al mejor entrenador de todos. Pero papá, la única persona capaz de no guardar resentimientos, me da  un cachetada en la mejilla, me obliga a alzar la guardia, sonríe y me dice que los días de lucha contra mis miedos recién comienzan, y que él nunca dejará de alentarme y de jugar conmigo hasta que la noche nos invite a descansar.

Por eso, cada junio, lo suben al podio, como no podría ser de otra forma, y al verlo ahí tan alto, las memorias se intensifican, veo detalles que antes ignoraba y que me obligan a pensar en cuánto tengo que resistir para algún día merecer estar a su altura. Con el deseo vivo de encontrarme con él cuando al final de camino, cuando la vida, esta vez, como juez me declaré ganador, porque seré yo quien derrote a mis miedos por knock out.

Ahora me subo al podio, sorprendo a papá con una cachetada, tomo su medalla y lo obligo a quitármela como lo hacíamos antes, entre risas y tardes despreocupadas, como siempre debería ser.




Comentarios

Entradas populares